La vida te da sorpresas

Que la vida te da sorpresas, es más que sabido, pero que te sucedan cosas incomprensibles, es un misterio de la vida!. Por ejemplo lo que me pasó a mí, de quedarme toda una noche en medio de un apagón generalizado, en un patio de comidas.Pero para que se den cuenta de la incongruencia de la vida, tengo que detallarlo más.
Era un día domingo de vacaciones de verano. Mi prima y yo insistimos a nuestras respectivas madres salir a cenar como quien sacarlas de su encierro habitual. Decidimos ir a un patio de comidas de centro comercial porque había un espectáculo.
Para comenzar la comida no esta muy buena que digamos y mi madre ya no le estaba gustando mucho. Mientras cenábamos, empezamos a ver que comenzaba una típica tormenta de verano.
Bueno, pensamos, ya terminará cuando acabemos de cenar. Pero la tormenta no parecía darnos el gusto. Cada vez era peor. Y se veía a los afortunados que andaban en auto, irse raudamente.
Cabe destacar que en esa época (hace 7 años atrás) yo era una inútil total, no manejaba, y no tenía celular. La verdad si tenía, pero lo odiaba. Era enorme como alpargata, ni se me pasaba por la mente en cargarlo en la cartera. Nada de GSM, slim y la mar en coche.
Así que tristemente íbamos viendo como la gente que podía se marchaba o cazaba algún remis, mientras los infelices mirábamos.
El aguacero era monumental. Las calles y avenidas se anegaron totalmente. Estruendos tremendos retumbaban en la noche. Y de pronto lo peor. Corte generalizado en toda la ciudad.
Era imposible salir. Los pocos remises que quedaban no se movían, ni por casualidad.
Me acuerdo patente de la imagen, de una señora. Se notaba que era de condición humilde estaba con su hijito de tres o cuatro años, y tenia un embarazo avanzado. Había ido de compras al supermercado que esta al lado del patio de comidas. Se la notaba nerviosa, intranquila, no le gustaba estar ahí, barada. Entonces decidió salir.
Tratamos de convencerla y no hubo caso. Era desesperante verla, caminar en medio de la nada, con el carro lleno de mercadería, embarazada, mientras seguía lloviendo y las calles estaban de bote a bote.
A todo esto ya eran más de las 3 de la mañana. Se prendieron las luces de emergencia y los empleados del patio de comidas, no tuvieron mejor idea que levantar la sillas; así que los 40 pelotudos, que quedamos enjaulados, ahora estábamos encima, de pie.
De vez en cuando aparecía algún remis, y la gente se peleaba por subir. Pero el chofer no llevaba a cualquiera, solo iría a zonas de la ciudad que sabía que no se quedaría con el auto.
Ya no sabíamos que hacer. Nos paramos, como la demás gente, en la puerta del patio de comidas.
De pronto apareció algo. Vimos un camión todo de verde militar, como el del ejercito. Era un Unimog. Pasaba despacio como quien busca a alguien. La gente de desesperaba haciéndole señas. Yo parada al lado de mi madre, le dije: "uh!!! que parecido al Unimog de mi padre". Mientras pasaba por mis narices, y iba.
Son las 5:15 de la mañana. La lluvia paró, y la energía eléctrica no aparecía.
Algunos remises empezaron a llegar. La gente que quedaba, trataba de subir y compartir los autos. Mi tía con mi prima aprovecho, uno y subieron. A los 20 minutos pudimos hacer lo mismo compartiendo el auto con otras personas.
Cuando comenzamos circular por las calles, nos dimos cuenta de la magnitud de la tormenta. Arboles caídos, y las calles totalmente inundadas. Faltando unas diez cuadras, el chofer del remis nos dijo: - hasta aquí llego, es imposible seguir con el auto, hay demasiada agua, y se me puede parar-. Por lo tanto no tuvimos otra, que bajarnos y caminar.
El agua me daba a más de 5 cm por arriba del tobillo. Sufría, porque ese día estrenaba unas sandalias de Alonso! ¡Me quería matar! . Caminaba mirando hacia abajo, viendo como unas ranitas nadaban en plena avenida, por entre mis pies. Era de terror.
Pero todavía faltaba lo peor. Faltando tres cuadras a llegar a mi casa, con un lindo sol sobre nuestras cabezas, empecé a divisar algo. Era el camión de mi padre estacionado en la vereda de casa.
Nosotras como taradas, por no decir pelotudas, mirando pasar el camión por nuestras narices y no nos dimos cuenta. "Pero ¡¡FABIANA!!! SI SABES QUE EL ÚNICO UNIMOG QUE HAY EN SANTIAGO ES EL NUESTRO!!!!. Como no se te va ha ocurrir que eramos tu hermano y yo que fuimos a buscarlas?". Me decía mi padre, con una mirada asesina. En mi cabeza giraba: "Ay..... que parecido al Unimog de mi padre". Era el Unimog de mi padre, y nos estaba buscando A NOSOTRAS CUATRO.
Cuando ocurrió el apagón sacaron la camioneta, Toyota, pero era tanta el agua, que no podían salir. Así que mi padre decidió buscarnos en el camión.
Desde esa vez, mi madre y mi tía no salen con nosotras, dicen que somos yeta y prefieren quedarse en la casa tomando cerveza.
Asi, es........teníamos un Unimog de caja larga. La vida nos dio otra sorpresa. Mi padre nos sorprendió muriéndose ya hace tres años a los 55 años. Nos cambio la vida a los tres. Tuvimos que enfrentar nuevas responsabilidades, pero salimos adelante, como al Loco le hubiera gustado.
El camión ya no lo tenemos, se estaba arruinando parado y decidimos venderlo con el dolor del alma, porque parte de él se iba.
Descansa en paz, viejo, yo te lo cuido al Rocco, como vos lo cuidabas.....................



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