Bancando a Milani y por Cadena Nacional

Vale la pena transcribir, el post de Ernesto Tenembaun, porque no tiene desperdicio, es cortito y al pie. Refleja otra vez las incongruencias de este modelo (¿?)





CFK dijo que quienes le recriminaron la designación de César Milani al frente del Ejército son los mismos que votaron la obediencia debida y el punto final y que antes la acusaban de vengativa por los juicios contra represores. No es así. Adolfo Perez Esquivel, Luis Zamora, Victoria Donda, Miriam Bregman, Margarita Stolbizer, Nora Cortiñas, entre tantos otros, no son culpables de una cosa ni de la otra. En los últimos días, a esa lista se sumó el CELS, que impugnó el ascenso de Milani con la firma de Horacio Verbitsky. El periodista que denunció que el Gobierno había omitido una denuncia realizada en 1984 fue Jorge Lanata, fundador de Página 12. CFK dijo que no hay datos nuevos sobre Milani. El mismo texto del CELS, solo para citar una fuente insospechada de antikirchnerismo, sostiene exactamente lo contrario con abundante argumentación. Puede consultarse aquí mismo. CFK explicó que destituir a Milani hubiera sido un linchamiento mediático y sostuvo que la Justicia es la que debe expedirse al respecto. No es así. En muchísimos casos hubo ascensos que se frenaron por la mera impugnación de organismos de derechos humanos. A vuelo de pájaro, recuerdo el debate público que se armó en la época de Menem y que frenó, sin ninguna participación de la Justicia, los ascensos de Rolón y Pernía, ex torturadores de la ESMA. CFK omitió referirse a las dos denuncias más fuertes que pesan sobre Milani: su participación en el hostigamiento y detención de un detenido, tal cual lo denunció la propia víctima, y su actuación como sumariante en la desaparición de un conscripto, que Milani calificó como una deserción. Lo que hemos visto recién es simplemente un cambio de política. Porque se equivocó y no lo quiere reconocer. Porque le cuesta pedirle la renuncia a un militar que siente leal. O porque la dictadura sirve a veces y a veces conviene olvidarla. Vaya a saber. Pero es, sin duda, un cambio de política. Para muchos, una bandera que se cae.

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